Los Ultrasonidos
Es muy difícil siquiera suponer cómo es la “visión” sonora de un murciélago. En medio de las tinieblas, a menudo en lugares intrincados, llenos de obstáculos, bailan su vals dirigidos por los ecos que reciben en respuesta a su propia voz, emitida en frecuencias ultrasónicas. Por la nariz o por la boca, según las especies, lanzan haces de ultrasonidos y escuchan el eco de los objetos que se interponen; el cerebro integra esas señales y construye una imagen sonora tridimensional, en movimiento. Es el bien conocido sónar de los murciélagos, el sistema de navegación por el que el animal oye el entorno por los ultrasonidos que él mismo emite. Es como si nosotros sólo viésemos lo que nos rodea a través del haz de una linterna.
Por definición, un ultrasonido es inaudible. El oído humano, uno de los más agudos y sensibles del reino animal, tiene como límite de escucha los 20 kiloherzios, lo que en términos de tono corresponde a un sonido tan agudo como un alfilerazo en el oído. Para superar ese umbral en el que se abre el mundo sensorial de los murciélagos, necesitamos recurrir a medios técnicos muy específicos. Se trata de captar el ultrasonido y, por diferentes vías, convertirlo a frecuencias audibles. La jerga habla de receptores heterodinos, división de frecuencias o expansión temporal de la señal. Pero para hacernos una idea, por analogía, el proceso es similar al que se hace con la fotografía de luz infrarroja, donde las frecuencias invisibles viran al rojo chillón.
Utilizando estas técnicas se puede oír la estructura de la señal de un murciélago y obtener mucha información sobre su vida en una oscuridad cargada sutilezas. Hay especies que emiten sus haces ultrasónicos en frecuencias tan bajas que resultan audibles en parte como pulsos muy agudos, casi escupidos en el aire. En estas franjas oyen los nóctulos, los murciélagos hortelanos y, a veces, los murciélagos enanos, los más abundantes de la fauna voladora nocturna.
Otras, la mayor parte, emiten en torno a frecuencias claramente ultrasónicas, en rangos comprendidos entre los 40 y 60 khz. En ese margen resuenan los chasquidos y gorjeos de murciélagos ratoneros y ribereños. Y en el ultrasonido lejano, por encima de 80 y hasta 120 khz, se propagan las llamadas en frecuencia modulada de los murciélagos de herradura, los gigantes entre la familia de los microquiróptero.
Pienso que si todos estos ultrasonidos pudiesen ser captados por el oído humano no encontraríamos jamás un silencio absoluto. Aunque ya es complicado de encontrar...me pregunto como emitirán estos sonidos tan agudos, y como tendrán los oídos para captarlos.
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